Trabajando en nuestros pendientes escolares.

Trabajando en nuestros pendientes escolares.

Por: Claudia Guízar Mendoza

No siempre tuve claridad de lo que quería estudiar, pero siempre estuve segura de las cosas que me gustaban y que disfrutaba hacer: aprender —acerca de todo—, leer novelas, poesía o de temas que me interesaban y enseñar todo lo que aprendía. Y, para aquellos que sentimos tanto cariño y pasión por enseñar y aprender, también sentimos la responsabilidad —primordialmente con nosotros mismos— de trabajar en nuestro crecimiento personal y profesional y, a veces, debemos tomar decisiones que nos sacan un poquito de nuestro lugar en el que ya encontramos una rutina y comodidad. Entendí que la mejor manera de inspirar es desde el ejemplo y como docentes tenemos también ese deber de demostrar que somos esos estudiantes que les pedimos a ellos que sean. Trabajar como docente de tiempo completo y estudiar una maestría no ha sido un camino sencillo, sin embargo, ver todo el aprendizaje que he adquirido —y cómo eso, a su vez, puedo sumarlo a mis clases y al aprendizaje de mis estudiantes— y reconocer mi esfuerzo y compromiso en ambas tareas hace que todo valga la pena. Además, es importante reconocer que para sacar adelante nuestras metas debemos comenzar a priorizar tareas, trabajo, nuestro descanso y, sobre todo, a nosotros mismos. Me volví más organizada, planifico mis días con antelación entre trabajo, maestría y descanso —aquí es donde me dedico horas para hacer lo que me gusta o simplemente descansar. Por otro lado, ser estudiante nuevamente me ha permitido adquirir conocimientos específicos que he podido incorporar a mis clases y reconocer el trabajo de mis estudiantes —demostrándole a aquellos que aseguran no tener tiempo para dedicarle a una tarea, actividad o proyecto, que se puede— y el significado de llegar a casa a sentarnos frente al escritorio y seguir trabajando en nuestros pendientes escolares. No existe inversión más valiosa que aquella destinada a nuestro propio aprendizaje y crecimiento, aquello que hacemos por nosotros mismos. Por ello, animo a mis colegas y estudiantes a pensar en su desarrollo y crecimiento académico —ya sea en estudios universitarios o de posgrado—, pues nos presentan nuevas oportunidades y nos permiten concebir el mundo de manera distinta, es decir, transformando la forma en la que vemos el mundo volviéndonos más empáticos, más críticos de lo que leemos o escuchamos, más conscientes de nuestro entorno y capaces de crear nuestras propias perspectivas y fortalecer nuestra personalidad. Cuando crecemos en lo individual y somos capaces de compartir lo aprendido con otros, es como podemos ayudar a que otros crezcan con nosotros en el camino.

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