Lengua y literatura.
Claudia Guízar Mendoza

Una de las herramientas más valiosas que tiene el ser humano es —y lo será siempre— el lenguaje; signos que nos permiten expresar infinidad de cosas a otros, generar acciones y cambiar cosas que no podríamos terminar de nombrar.

Ese lenguaje transformado en literatura, nos confiere en sus páginas una reconstrucción discursiva de acontecimientos sumamente bellos y la posibilidad de desarrollar, a través de la lectura, ese reconocimiento de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que podemos ser.

Muchas veces nos cuesta bastante encontrar esa analogía que presenta con la literatura todo aquello que nos divierte o que nos gusta, por ejemplo, en películas, series o incluso videojuegos. Equivocadamente, pensamos que si no venimos de una familia lectora o, si no fuimos devoradores de libros desde una corta edad, entonces, la literatura —y la lectura en general— no es para nosotros.

Sin embargo, puedo afirmar que la literatura es para todos, en tanto que podemos vislumbrar tópicos tan diversos como para encontrar historias que nos atrapen y que, a su vez, puedan acercarnos a la lectura y de ahí movernos a otras historias y a otros autores, así como hacemos con la música, con películas… con el arte.

Así pues, es indispensable volver a construir esa idea de la forma en la que concebimos a la lectura —y literatura— para permitir a los libros la oportunidad de encontrar un refugio en cada uno de nosotros; que, al mismo tiempo, nos recompensa con habilidades emocionales, intelectuales y nos enseña a través de palabras la vida de otros y todo lo bello que la literatura puede sembrar en nosotros.

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