No se estudia la universidad para trabajar, se estudia para adquirir una consciencia profunda

No se estudia la universidad para trabajar, se estudia para adquirir 

una consciencia profunda

Por Andrés Gaytán¹

Por ahí, dentro de ese basto caos de informaciones que constituyen las redes sociales digitales, como son: Facebook, Instagram, TikTok, por mencionar a las más conocidas, cunde un debate de interés para los educadores profesionales. Se trata de una disputa en todo caso añeja, por cierto, donde se cuestiona si en el presente vale la pena o no invertir tiempo, dinero y esfuerzo en estudiar una carrera profesional.

Responder o sumarnos a la controversia se hace aún más interesante cuando partimos de una perspectiva filosófica. ¿Estudiamos para trabajar? O estudiamos para adquirir un profundo cambio de consciencia… Usted respóndase. Naturalmente es aceptable una simbiosis entre las dos perspectivas que no son necesariamente opuestas, como lo desean los dogmáticos o ideólogos comunes.

Por nuestra parte, habrá que recordarle a cualquiera que la Filosofía es una disciplina sin las restricciones de la ideología y que jamás se permite la máxima irrefutable, el axioma, porque ello significaría su propia extinción. Somos educadores de amplio espectro y claro que nos proponemos educar para el trabajo. Más aún, para la adquisición de una postura protagónica y emprendedora en la esfera de la productividad o la economía. Y no se diga en el rubro del librepensamiento, del pensamiento crítico, la innovación y la creatividad. Vaya, de la máxima autonomía de criterio posible.

Por su parte, quienes consideran que se estudia para obtener un empleo y preferentemente un empleo bien remunerado, no tienen dudas en defender la tesis de que invertir en estudios universitarios es una buena decisión. En ese sentido, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), mediante un artículo firmado por Martha Castro, politóloga egresada del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), subraya claros beneficios “(…) tomando en consideración y asumiendo los riesgos asociados.”

Entre los datos duros que aporta la citada publicación destacan los siguientes:

“En 2022 los trabajadores con educación superior obtuvieron ingresos 85% más altos que los egresados de bachillerato, tuvieron 30% más probabilidades de trabajar en la formalidad y fueron siete veces más propensos a ocupar puestos directivos dentro de las empresas.”

Como se puede observar, esta fracción del análisis hace hincapié en la óptica que también se atribuye (emblemáticamente) al connotado Henry Ford (fundador de la Ford Motors Company), un rabioso promotor de la instrucción de los trabajadores con propósitos funcionales y virtuosos al modo de producción capitalista.

Pero Martha Castro también abunda en la perspectiva que ocupa a Liceo Universitario en Los Cabos, como parte importantísima del cumplimiento de nuestra Misión y Visión:

“La educación superior además proporciona algo más que solo conocimientos prácticos, ya que abre oportunidades para trabajar en proyectos grupales, participar en debates y actividades prácticas que fomentan el desarrollo de habilidades como el pensamiento crítico y la resolución de problemas, esenciales (…).”

Los Directivos lo venimos reiterando no solo a nuestros estudiantes ya matriculados, sino a cualquier prospecto o postulante que contactamos por vías ordinarias (personas que nos buscan para ser orientados en la posibilidad) o que buscamos hasta en el último rincón de la ciudad mediante visitas, ferias escolares o el uso de las tecnologías de información y comunicaciones:

En Liceo Universitario nos movilizamos hacia un profundo cambio de consciencia, al aumento de la autoestima, a la ramificación de redes de contactos, a la cultura emprendedora y de autoempleo, a la incubación de negocios, sí, pero también y con mucha emoción a la incubación o alineación de proyectos de vida integrales.

Un ejemplo de lo anterior es lo consistentes que somos en el reforzamiento de valores de especial importancia para que nuestros alumnos (jóvenes, adultos y adultos mayores) encaren exitosamente el reto de sostener una calidad de vida digna.

Compromiso, cordialidad, puntualidad, lealtad, paciencia, calidad, generosidad, solidaridad, patriotismo, tenacidad y “callo” para encarar la presión (entre otros tantos valores), son añadidos fundamentales que nunca se dejan de afinar, potenciar y especializar.

Amor. Mucho amor a lo que somos y a lo que hacemos.

Consabido es que al amor pocos factores son capaces de hacerle un contrapeso.

Por mi parte, al ser un egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, tengo clarísima una herencia “simple” y que a su vez me parece el mayor mérito de esta prestigiosa institución educativa: competir con ética. No contra los demás, sino contra uno mismo. Ir a todas en el máximo del esfuerzo y no claudicar. Eso fue el Tec para quien escribe y eso pretendo para cada uno de mis educandos.

Liceo Universitario, en su mejor momento, es y será un espacio que transforme consciencias. Que tecnifique y brinde herramientas para trabajar, por supuesto, pero sobre todo que conmueva el espíritu para ser mejores y empoderados seres humanos.

Universitarios, universales. -o0o-

¹Director de Liceo Universitario

¹Ver https://imco.org.mx/carreras-universitarias-inversion-o-ilusion

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